jueves, 14 de marzo de 2013

Con los bajos precios y los altos costes de producción, ¿qué joven se va a quedar en el campo?

Alejandro Martín Pérez. Miembro de la Comisión Ejecutiva de UPA Joven en Segovia

Mi nombre es Alejandro Martín Pérez, tengo 21 años y soy agricultor. Vivo en un pueblecito de la comarca de la Moraña Baja, en Segovia, llamado Collado de Contreras, donde tengo una explotación agrícola de regadío y secano.
Quiero desde aquí, el blog de UPA Joven, de la cual formo parte, explicar el problema que tenemos con los altos costes de producción que afrontamos los agricultores. Los actuales altos de costes de la luz eléctrica y los bajos precios de la remolacha azucarera hacen que me indigne.
Los altos costes de la luz eléctrica son exagerados, por los que algunas compañías eléctricas como Iberdrola o Endesa que se están beneficiando, arruinando de paso a los pequeños autónomos, agricultores en este caso.
Los bajos precios de la remolacha azucarera son inexplicables. Con estos precios no podemos sembrar remolachas. Sin embargo, el precio del azúcar para el consumidor está por las nubes, por tanto, ¿dónde se va el margen? Como se suele decir, los “cuatros chupones de siempre” que se están beneficiando a lo grande.
Algunos  agricultores como yo metemos todo el cupo que en ACOR, y más o menos nos queda dinero de las remolachas, pero otras grandes azucareras como la antigua EBRO -actualmente conocida como AZUCARERA-, solo hacen arruinarnos a los agricultores, con los bajos precios que tiene estipulado por tonelada. En mi opinión los que siembran remolachas para EBRO, que no siembren ninguna, ya veríamos cómo subirían los precios.
En conclusión, esta es mi reflexión sobre lo que tenemos que hacer los agricultores, porque con los altos costes  de producción y los bajos precios que nos pagan no se puede vivir. En esta situación, ¿cómo se van a quedar los jóvenes en el campo? Desde luego difícil nos lo están poniendo.
Yo actualmente me he incorporado pero si no fuera por la ayuda de mis padres no podría hacer frente a las grandísimas inversiones que tengo que realizar para ser joven agricultor.

viernes, 1 de marzo de 2013

Entre tierra y trabajo

Cristina Fraga. Tesorera de UPA Joven

Hace unos meses asistimos a la mayor y más dolorosa protesta del sector lácteo: una huelga de entregas de leche.
Lo que supone no solamente una pérdida económica enorme, sino también el dolor de todos y cada uno de los ganaderos que tuvieron que tirar su leche. Una protesta, que aunque no se llevó a cabo a nivel estatal, sí ha tenido repercusión a ese nivel, e incluso a nivel europeo.
Y aunque ha sido una protesta en un sector concreto, la realidad es que es el clamor del medio rural. El clamor de aquellos que vivimos y trabajamos en el medio rural. El clamor de los productores de alimentos. Pero sobre todo, es el clamor de personas que vemos como unos pocos se enriquecen a costa de hundirnos a otros.
Somos conscientes de que la PAC es un instrumento para garantizar el abastecimiento de alimentos seguros y de calidad, y para velar por la producción sostenible y el bienestar animal, y que estas ayudas están pensadas para evitar que los alimentos alcancen precios privativos para la población. Y nos parece bien.
Pero lo que no puede pasar es que sirva de excusa para que el precio al productor no alcance costes de producción. Que además, ¡es ilegal! ¿Por qué los gobiernos no hacen nada? ¿Acaso la corrupción llega al extremo de jugar con la alimentación, con la vida de las personas?
Lo cierto es que estos actos, con una repercusión a medio y largo plazo, lo único que consiguen es aumentar un poco más, si cabe, nuestra desesperación.
Vemos como se consiguen contratos, apoyos, financiación para otros sectores, y el que debería ser prioritario por nuestra aportación a la sociedad, está totalmente olvidado. Y no será por nuestras reclamaciones...
Desde UPA Joven os invito a que luchemos juntos por nosotros. Por todos los que vivimos y cuidamos la parte más importante de la Tierra, el medio rural, donde se genera toda la actividad.
Sin la energía de nuestros alimentos, no hay vida.